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Authors: Lee Correy

Tags: #Ciencia ficción

La morada de la Vida (16 page)

BOOK: La morada de la Vida
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Contaba con la mente disciplinada de Spock para obedecer las órdenes de forma precisa e inmediata… y no se vio decepcionado.

Casi al instante, se produjo el sonido del rayo transportador de la
Enterprise
, a su izquierda. No lo había advertido hasta ese momento, pero había una ligera diferencia entre el sonido del desplazador mercaniano y el de la unidad transportadora de la Federación.

Spock apareció, con su figura magra casi tan alta como la de los mercanianos que lo rodeaban, pero sus cejas dirigidas hacia arriba y sus orejas en punta constituían una diferencia obvia y definitiva. Spock no sólo había actuado inmediatamente sino que se había anticipado a las órdenes de Kirk, ya que llevaba un sensor colgado del hombro y una pistola fásica tipo II escondida en la mano derecha.

—Damas y caballeros de Mercan, permítanme que les presente al primer oficial de la nave estelar
Enterprise
, y mi segundo al mando, el señor Spock, de Vulcano… otra morada de la vida —anunció Kirk con exagerada cortesía.

Thallan estaba evidentemente sorprendido por la apariencia del vulcaniano, pero su expresión se transformó lentamente en una de entusiasmo y deleite mientras echaba hacia atrás los labios en lo que era una sonrisa mercaniana.

Por otra parte, el procurador Lenos parecía confuso. Miró a Thallan, luego a Kirk y después a Spock.

—¿Cómo ha hecho eso? —inquirió Lenos con incredulidad—. Hemos puesto un bloqueo de desplazamiento en la central del sistema para evitar que nadie se desplace desde aquí como no sea con mi código de viaje.

—Existe una ligera diferencia en la forma de funcionar de nuestro desplazador, Lenos —le replicó Kirk, haciendo una conjetura.

—Totalmente correcto —agregó Spock—. Nosotros detectamos el campo suspensor y conseguimos rodearlo. Y en la nave estamos preparados, capitán, para emprender cualquier acción que sea necesaria.

Kirk sacó su pistola fásica y le indicó con un gesto a su grupo que hiciera lo mismo.

—Todos ustedes van a viajar con nosotros. Tenemos una Reserva en el cielo, un aparato de viaje que da vueltas constantemente en torno a la Morada. Lenos, usted y sus procuradores van, por favor, a entregarnos sus armas de inmediato.

—¡Aquí somos nosotros los procuradores! ¡Somos nosotros quienes damos las órdenes! ¡No ustedes! —gruñó Lenos, echándole mano a su pistola—. ¡Procuradores! ¡Disparen contra esta creación!

Los procuradores no tuvieron ni una sola oportunidad. Uno de ellos levantó su pistola de cañón largo y disparos múltiples, pero no llegó más allá. Spock reaccionó antes.

El procurador cayó al suelo, con el cerebro paralizado hasta la inconsciencia por el rayo de la pistola fásica de Spock.

Para entonces, Scotty y Janice Rand habían derribado a otros cuatro miembros de la patrulla de procuradores, utilizando el programa paralizador de sus pistolas fásicas.

Kirk no tuvo siquiera tiempo de reaccionar a causa de lo bien entrenada que estaba su gente.

Se produjo un largo momento de silencio absoluto mientras la realidad de lo que acababan de presenciar penetraba en la conciencia de los procuradores mercanianos restantes… y en la de cada uno de los otros mercanianos de la Técnica que se hallaban en el lugar.

—Gracias, Spock —dijo Kirk.

Spock estaba reprogramando su pistola fásica, y se limitó a alzar las cejas.

—¿Qué… qué es lo que les ha ocurrido a mis procuradores? —tartamudeó Lenos, bajando el arma.

Los otros tres, al ver que su jefe hacía aquello, también bajaron sus armas.

—Sólo están inconscientes. Se recuperarán dentro de poco —replicó Kirk—. Ya le dije que no éramos de la Morada. Lamento que haya hecho falta la violencia para demostrarles algo que no podían creer. Ahora, entreguen sus armas, Lenos. Thallan, si sus gentes de la Técnica mantienen las armas enfundadas, no les pediré que me las entreguen.

—James Kirk, usted y sus compañeros obviamente no proceden de la Morada, y poseen un poder técnico armamentístico muy superior al que tenemos nosotros —dijo el líder de la Técnica—. Estamos a su merced, señor.

—Muy por el contrario, son ustedes nuestros huéspedes —dijo Kirk con tono amable—. Y eso les incluye a ustedes, Lenos. Tenemos que transportar a diecisiete personas, así que comenzaremos por los procuradores, en grupos de seis…

Tal y como Kirk había esperado, los mercanianos se sintieron completamente deslumbrados al materializarse a bordo de la
Enterprise
. Aquello le proporcionó al destacamento de seguridad el tiempo suficiente para subir a la plataforma del transportador y acompañarlos, en proporción de un hombre por procurador.

—Instalen a la patrulla de procuradores en cabinas de reclusión —ordenó Kirk—. Thallan, Orun, Othol, Delin, Lenos… por favor, acompáñennos al comandante Spock y a mí al puente. Scotty, tiene la misión de conservar la energía para nuestros escudos. Bones, averigüe qué ha ocurrido con la muestra de sangre de Orun y vaya al puente con los datos en cuanto los tenga.

—Tiene toda la razón, capitán —murmuró Scotty, y desapareció en dirección al turboascensor que lo llevaría hasta la sección de máquinas.

—Es agradable estar de vuelta… ¡y considerablemente más fresco! —fue el comentario de McCoy—. Veamos qué ha sido lo que ha demorado tanto a M'Benga con el análisis de esa muestra…

Los miembros de la Técnica parecían mucho menos sobrecogidos por la nave espacial que el procurador Lenos, que abría la boca de asombro ante absolutamente todo. No cabía duda alguna de ello: en los ojos del procurador había miedo. Kirk sabía que la
Enterprise
escapaba completamente a la comprensión de Lenos. Tanto Orun como Delin parecían regocijados al ver la tecnología diferente que los rodeaba en la nave espacial.

Kirk los llevó al puente. En cuanto se abrieron las puertas del turboascensor, Spock se encaminó inmediatamente hacia la consola de la biblioteca de la computadora. Kirk abarcó el puente con un gesto de la mano.

—Mercanianos, éste es el centro de control de nuestro aparato de viaje.

—Esto es una burla de la Técnica —objetó el procurador Lenos—. De alguna forma, en alguna parte de la Morada, Thallan, han conseguido ustedes construir esta insólita reserva. Debo felicitarlos por haber hecho un trabajo tan magnífico. Es ciertamente mucho más cómoda que la Reserva de los guardianes… y presenta pruebas de una tecnología mucho mayor que cualquier cosa que nosotros o los guardianes habíamos sospechado jamás.

Thallan estaba mirando alrededor de sí, evidentemente impresionado, pero en un sentido intelectual más que en el sentido de temor y aprensión que demostraba Lenos.

—Lenos, tú sabes que soy uno de los miembros más viejos del grupo de la Técnica. Puede que no sepas que formo parte del Consejo de Pares de la Técnica que les proporciona consejo y guía a otros que se han decantado por la fe de la Técnica. Como miembro del Consejo, sé perfectamente qué es lo que se está haciendo en la Morada. Lenos, te hablo con la verdad, ¡esto no pertenece a la Técnica!

—¿Pero qué otra cosa puede ser?

—Procurador Lenos, tu mente no es diferente de la mía, excepto por el hecho de que yo he sido entrenado para adaptarme a acontecimientos nuevos, cosas nuevas y pensamientos nuevos —le dijo Thallan—. Tú has sido entrenado para acatar las órdenes de los guardianes sin cuestionarlas y aceptar sus dogmas… sin cuestionarlos. Puede que vaya a resultarte duro aceptar la realidad de este cambio que ha llegado a Mercan desde la Cinta de la Noche. Tendrás que aprender a aceptar este cambio… y ya no estarás capacitado para ejercer el cargo de primer procurador. De hecho, todos nosotros vamos a tener que aprender a aceptar algunos cambios que jamás habíamos previsto, ni siquiera en nuestras más descabelladas herejías sobre el Código.

Eso, por supuesto, era precisamente lo que le preocupaba en aquel momento al capitán James Kirk.

Pero a pesar de sus aprensiones por la posibilidad de haber violado la Orden General Número Uno, los primeros pensamientos de Kirk fueron dedicados al mando, la
Enterprise
y su tripulación, que en aquel momento se hallaban en peligro con muy pocas opciones a su disposición. De hecho, Kirk había tenido que estrechar considerablemente el abanico de opciones a causa de la presión de los acontecimientos.

De todas formas, entonces contaba con una opción nueva. Tenía al primer procurador de Mercan a bordo de la
Enterprise
para utilizarlo, si bien no como rehén, sí como tema de las negociaciones con Pallar y el resto de los guardianes una vez que se hubieran solucionado los problemas inmediatos planteados por la inestabilidad de Mercaniad. Y había llevado a bordo de la nave a por lo menos cuatro habitantes de Mercan, inteligentes y con conocimientos técnicos, algunos de los cuales sabían qué era lo que estaban viendo en la
Enterprise
y serían capaces de aplicar la tecnología de la Federación a la tecnología de Mercan cuando regresaran al planeta. El punto sin retorno ya había quedado atrás; ya no habría forma de que la
Enterprise
pudiera marcharse de Mercan, independientemente de cómo consiguiera Scotty hacer las reparaciones, sin dejar tras de sí una alteración permanente de la cultura mercaniana. La puerta a cualquier tipo de visita sin interferencias se había cerrado irrevocablemente detrás del capitán James T. Kirk.

Al margen de los conflictos internos que lo agitaban, Kirk tenía sus prioridades bien delimitadas y sabía qué era lo que había que hacer. Si dichas prioridades resultaban una violación flagrante de la Primera Directriz, estaba dispuesto a aceptar las consecuencias… incluso si ello significaba perder el mando de la nave que, sabía, tenía que salvar antes que nada.

—Señor Spock —dijo, dejando solos a los mercanianos durante un momento y acercándose adonde Spock se encontraba trabajando con la consola de la biblioteca de la computadora—. ¿Cuál es la situación respecto a Mercaniad?

Spock no apartó su atención de la pantalla.

—Capitán, hace varias horas que estoy fuera de contacto con la situación a causa de la necesidad de estar presente en la sala del transportador. En este momento estoy actualizando mis datos. El mejor informe que puedo proporcionarle en este momento es esquemático en el mejor de los casos.

—Bueno, pues dígame lo que sepa, Spock. ¿Qué está haciendo esa estrella?

—Todavía está incrementando la emisión constante dentro de todo el espectro electromagnético y emitiendo una cantidad de intensidad creciente de lo que podríamos denominar como rayos hiper–Berthold.

—¿De cuánto tiempo disponemos antes de que los escudos de la nave puedan encontrarse en peligro?

—Desconocido de momento, porque no he conseguido averiguar la tendencia definitiva a causa de la inestabilidad de las propias inestabilidades de esta estrella —replicó el vulcaniano con una voz carente de emoción—. Es la primera estrella de clase G del tipo variable irregular que hemos tenido la oportunidad de investigar y observar, capitán. Las otras estrellas de clase G de este tipo no se comportan de la misma forma porque se hallan rodeadas por uno o más planetas gigantes gaseosos de gran tamaño que producen un efecto demostrable sobre ellas a causa de la atracción gravitacional.

—Señor Spock, ¿dispongo de horas para tomar la decisión final… o sólo de unos minutos?

Spock interrumpió su trabajo, levantó los ojos que fijó sobre nada en particular, y pensó durante un largo momento antes de responder.

—Capitán, la mejor de mis estimaciones indica que dispone de siete horas coma tres antes de que la radiación sobrepase la fuerza de nuestros escudos. Esto suponiendo que, por supuesto, no podamos lanzar los torpedos de fotones al interior de la estrella como teníamos planeado antes de que el nivel de radiación sea demasiado elevado…

—Manténgame informado, señor Spock. Si tenemos que utilizar una parte de nuestra preciosa energía para apartarnos de Mercaniad, quiero saberlo lo antes posible con el fin de disponer del tiempo necesario para evaluar todas las opciones.

La cabeza de Spock estaba nuevamente en el visor encapuchado de la biblioteca de la computadora.

—Señor, puede tener la seguridad de que le informaré de cualquier dato nuevo en cuanto lo tenga en mis manos.

DIARIO DEL CAPITÁN: FECHA ESTELAR 5076.8

No podemos hacer otra cosa que aguardar los datos resultantes de las observaciones de Spock.

Tras abandonar el puente, llevé a los mercanianos a realizar un rápido recorrido por la nave. La Primera Directriz ya se ha visto comprometida, y existía la posibilidad de que yo pudiera averiguar algo más sobre el nivel de sofisticación de este pueblo aislado. Me siento estimulado, pero los mercanianos podrían estar averiguando de nosotros más cosas que nosotros de ellos.

Cuando Thallan descubrió qué era lo que estaba haciendo Spock, él y Othol se pusieron a cooperar con mi primer oficial, proporcionándole una insospechada fuente de información de las pasadas Pruebas y del comportamiento de Mercaniad, con las que podrá trabajar la biblioteca de la computadora.

Yo no sospechaba que Orun tuviera los suficientes conocimientos de física como para poder ayudar al ingeniero Scott, informándole de la naturaleza exacta de las radiaciones de Mercaniad con el fin de que los escudos pudieran ser ajustados de forma selectiva para rechazar las partes más intensas del espectro y así ahorrar energía. Delin está en la enfermería trabajando con el doctor McCoy en el laboratorio, ayudándolo a completar sus conocimientos de la biología de los mercanianos, donándole muestras de su propia sangre y tejido extraído mediante biopsia, así como trabajando junto con el doctor McCoy en los análisis, y ahorrándole así muchísimo tiempo.

Estos miembros del grupo de la Técnica de Mercan son una gente intelectualmente brillante, y no me preocuparía por la Primera Directriz ni por la posibilidad de hacer entrar a Mercan en la Federación si estuviera seguro de que todos los mercanianos poseen la misma calidad de sofisticación intelectual. Estos cuatro son indudablemente nuestros iguales en muchas áreas de la ciencia y la tecnología, aunque a veces desde un punto de vista y unos métodos completamente distintos, como uno puede sospechar a causa de su aislamiento.

Sin embargo, yo sé que no todos los mercanianos son como estos cuatro de la Técnica. Tras haber tratado con Pallar y su grupo de guardianes, me enfrento francamente con un problema que no sé cómo resolver, ni mucho menos, en este momento, cómo abordar. Parece que los guardianes no estarán dispuestos a renunciar a su dogma referente a que son la única morada de la vida en el universo. Cuando estos cuatro mercanianos regresen a Mercan con los conocimientos que están adquiriendo aquí, podrían sentirse lo suficientemente fuertes como para intentar derrocar a los guardianes. Si ése fuera el caso, puede que yo haya iniciado una guerra civil en el planeta… y deberé asumir toda la responsabilidad de haberlo hecho.

Mi gran problema es el procurador Lenos, que parece estar en un estado de shock desde un momento después de ver la Enterprise.

De hecho, mi mayor problema podría ser la organización de los procuradores dirigida por Lenos, e incluso el mismísimo Lenos. No es un hombre estúpido. É1 muy bien puede convencerse de la realidad de la Enterprise y de las grietas del Código que tiene la responsabilidad de hacer cumplir. Si él llega a convencerse, ¿qué camino tomará y hacia dónde será capaz de conducir a la organización de los protectores?

Todo esto debe ser considerado como puras especulaciones introducidas en el registro con el único fin de dar cuenta de la evolución de mi propia línea de pensamiento mientras nos encaminamos hacia lo que parece ser un inevitable enfrentamiento que forzosamente provocará un cambio drástico en la cultura de Mercan.

En este punto y momento no dispongo de los datos suficientes como para emprender acción de ningún tipo. De hecho, no dispongo de datos suficientes para actuar con respecto a cualquier cosa hasta que el señor Spock me informe…

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